domingo, 3 de septiembre de 2017

EL MOTOR DE LOS HOMBRES


EL MOTOR DE LOS HOMBRES

La eternidad, que a veces nos seduce
con sus cantos futuros de sirena,
toma cuerpo en el miedo
a nuestra intrascendencia,
en la inutilidad del paso por el mundo.
Entonces nos sentimos en la necesidad
de crear algo que nos perpetúe:
construcciones de piedra,
monolitos de plata,
epitafios de acero,
una prolongación de nuestros genes,
montañas de palabras que den cobijo
a nuestra desesperación,
un grabado en el árbol de la fama,
un grafiti en los muros de cemento
o un hallazgo importante de la ciencia.
Las obras que genera
el miedo a la muerte
son el motor del hombre.
¡Qué vacía sería nuestra vida
si por donde pasáramos
no quedasen las huellas
labradas en la arena del recuerdo!



OTRA REALIDAD
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)

LOS LABERINTOS DE MINOS




LOS LABERINTOS DE MINOS

Detrás de cada sueño
descubrimos los laberintos
que construyó Minos en Creta
como premonición del desencanto.
Esconden un toro de muerte
entre sus callejuelas
que espera nuestra sangre
igual que un asesino de la realidad.

Mientras somos la fábula
de un comediante iluso,
los sueños, en su hermoso recorrido,
dejan un horizonte de futuro
entregado a la vida que quisiéramos ver.
Y después, despertamos
como elegías de una imagen vieja,
resignados a ser los inquilinos
de una vida prestada,
prisioneros del tiempo
en la realidad que nos pinta el azar.

A pesar de saberlo,
volvemos a las calles señaladas
por el signo de quien amó los sueños
porque así pensaba que eludía
los límites concretos de la fatalidad.
No nos queda otra forma
de salir de los laberintos
que condicionan nuestro caminar.



OTRA REALIDAD
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)


LO DESCONOCIDO

LO DESCONOCIDO

Los Surcos de Anatolia
poseen el misterio de lo desconocido
en cada una de las figuras
labradas en la piel de la tierra.
Nos abruma pensar
que alguien los diseñó desde el espacio
en el valle de Frigia,
y que vehículos no humanos
marcaron las piedras volcánicas
con un mensaje permanente.
Queremos saber cuáles fueron las intenciones
de sus desconocidos creadores
hace trece millones de años:
si son una señal o una advertencia
de que nunca estuvimos solos.

Cada mañana, cuando nace el sol,
la luz asalta el lado oscuro
de la realidad
y de los pensamientos,
pero no aclara los enigmas
que habitan el pasado.
Nuestras dudas se agrandan como sombras
o esperpentos de la conciencia,
se alejan en el firmamento
hasta el lugar siniestro de los astros
donde no llegará nunca nuestra verdad.

Estamos condenados a sufrir la tristeza
que provoca en la mente
lo no determinado por la lógica
con la que serenamos nuestra insignificancia.
Casi todas las cosas que vemos o intuimos
pueden ser diferentes,
cambiar de perspectiva tras el alba,
cuando, sin previo aviso,
las piquetas del sol
socaven la ignorancia
para que aflore otra realidad.


OTRA REALIDAD
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)