CANCIÓN EN LA QUINTA
Esta canción es para
ti. Nace en una noche olvidada de los años ochenta cuando el rumor de la Movida ya se estaba apagando y se hace
letra junto a los muros de La Quinta. Tú le pones nombre a su banda sonora. Es
el sonido del mundo que conocemos interpretado con las notas que emergen de una
antigua melodía: la de los latidos que deja el corazón cuando siente el paso impetuoso
del tiempo.
No importa quien la
canta. Igual que la magia inexplicable de las emociones, su tono parece llegar
desde las inmensidades de un gran desierto, o desde los glaciares del Ártico, o
desde las montañas alpinas, o quizá, desde las recónditas selvas tropicales. Llega
con el aire perfumado de pétalos de amapolas y doradas espigas. Se adentra en
los sentidos con el orgullo del agua, el tacto de la nieve o la imagen de una
aurora boreal. Desde el interior de la garganta sube con una escalera de
armónicos sentimientos hacia el valle donde la luz es naturaleza que viste los
campos de Lorca. Y se deja acariciar por el aire como una mota de polvo que
ahora es vida.
Esta canción es para
ti. Suena como la brisa que mece los árboles junto a la Plaza de Calderón y
peina las hojas que caen al agua de la fuente de Colón. Vibra como la espuma
que baja por el arroyo imaginario del Guadalentín mientras las arenas de su
cauce escuchan su mensaje. Es relieve frente a la costa de Calnegre, una bruma
blanca que acuna al sol tras la sierra de Tercia, cascada de suaves ocres bajo
la cumbre de la torre Alfonsina, o ramas de un árbol milenario que envía el
tiempo a darte sombra.
No creas que no lo sé.
Igual que tú, yo también tiemblo con la luz del paisaje, con el color de las
nubes, con los reflejos del sol, con la música de los besos, con la profundidad
del universo. Igual que tú, yo también tengo miedo de que todo acabe, de que no
haya tiempo que compense las palabras que no se han dicho, los gestos que no se
han interpretado con acierto, los silencios que claman con gritos
ensordecedores que se nos escapa la vida sin que pueda remediarse.
Sí, esta canción es
para ti, ahora, cuando las ruinas acampan por el paisaje de La Quinta donde
nuestras manos compusieron los sonidos del éxtasis. Ahora, cuando cuesta decir
el argumento que el amor teje en las venas, cuando quizá estés muy lejos aunque
la rutina te tenga cerca. Ahora, aunque camines a miles de días de aquellos momentos
que te ruborizaban. Ahora, que tal vez sigas volando en un globo de fantasía
sobre las latitudes del océano de los años. Ahora, que quizá sigas soñando con
alcanzar la cima del mundo o construyas tu choza en el interior de una selva
desconocida, o seas una piedra al borde del sendero que conduce a tu felicidad,
o, simplemente, una nota de piano que trisca el aire para hacerse un hueco y
morar cerca del corazón.
No me preguntes por
qué. Escucha su melodía y hazla tuya. Habla de todo lo que tiene sentido, de la
dicha y la renuncia, del dolor y la esperanza, de las horas compartidas, del
misterio de los silencios, de las encrucijadas del corazón, del sin sabor de la
incomprensión, de la fatiga en la mirada, de las estrellas en los ojos, de
cuanto es vida… Y crece hacia el interior, aunque la melodía se escuche entre
las paredes de los edificios, al borde de las aceras, junto a los semáforos,
entre las plantas de las Alamedas… No
preguntes por qué debes saborear ahora esta canción si siempre la has sentido
aunque no hayas escuchado la música que interpreta o comprendido la dimensión
del significado de su letra. Todo lo que nace se transforma para seguir siendo
aquello que fue tan solo una mirada. O un susurro tras la oreja cuando el
volumen de la música alejaba las palabras de los labios. O una mano arriesgada
en territorio inexplorado.
Esta canción es para
ti. Notarás que su estribillo es diferente cada día, cada noche. No te
sorprendas si puedes entenderlo, porque igual que la música, tú también cambias
de registro, pero, a pesar de los años, permanecen en tu interior los acordes
primordiales con los que te sentiste única.
Esta canción es para
ti. Escúchala y déjate llevar, baila con sus notas, permite que tus manos
toquen el cielo, que lleguen hasta la inmensidad del infinito, y que luego se
dejen caer, exhaustas, sobre mi pecho.
Esta canción es para ti
porque tú eres quien compone sus notas, y yo, tan solo, las escribo en el aire
para que las recuerden las aves cada mañana junto al balcón de tu dormitorio.
RELATOS BREVES
Todos los derechos
reservados
Mariano Valverde Ruiz ©
No hay comentarios:
Publicar un comentario