lunes, 2 de enero de 2017

TRAVESURAS DE MONAGUILLOS


TRAVESURAS DE MONAGUILLOS


Siempre nos habíamos preguntado
qué era lo que bebía el sacerdote
de aquella forma tan solemne.
Una tarde después de catequesis
buscamos hasta dar con la botella
que guardaba un licor dulce y aromático:
el vino del prodigio del milagro y la vida.
Bebimos a escondidas
como pequeños ángeles
tocando campanillas de altos vuelos.
Cuando el cura notó la merma del licor,
advirtió del pecado
y nos lanzó a las llamas del infierno
con terribles lanzas de culpas y reproches.
La orquestación del miedo a la condena eterna
era instrumento para controlar
nuestras iniciativas y nuestras voluntades.
Tal vez aún permanezcan las huellas que dejaron
aquellos latigazos de furia conceptual
sobre nuestras conciencias.
Hoy andamos por la greda de las calles
con perfiles de arañas inseguras,
eludiendo el peso de las miradas,
los espacios vacíos que dejan los errores,
la neblina del caos que alimentan las dudas.
Y no nos queda vino para poder salvarnos.



(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)

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