lunes, 2 de enero de 2017

LA CIGÜEÑA




LA CIGÜEÑA


Fue durante una cálida mañana
cuando la primavera cambió el rumbo
de todas las certezas que entonces conocía.
Recorrí los senderos que unían al colegio
con la vieja silueta de mi casa
jugando a ser presencia de algo nuevo.
El paisaje tenía contornos enfrentados,
el aire era distinto, la hierba, inconmensurable.
La tierra estaba henchida de perfumes,
preñada de existencia.
El maestro me había descifrado el misterio
de la reproducción humana:
los niños procedían del amor,
de la unión corporal de un hombre y una mujer.
No los traía la cigüeña,
aquella misteriosa ave que nunca había visto.
Cuando dije a mis padres las palabras del maestro,
tuve al silencio oyendo. Y después
estuve preguntándome qué era eso del amor.
Nunca les había visto cogidos de la mano,
ni vi besos, ni muestras de cariño.
Me consolé creyendo
que quizás existiese la cigüeña.



(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (C)

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