miércoles, 5 de octubre de 2016

VIRTUD


VIRTUD 


Bajo la sombra fresca de la higuera,
con la espalda en el suelo
y los ojos perdidos entre ramas
de plata envejecida,
espiaba a los gorriones
para aprender las claves
de su jovial destino.
Los contemplaba absorto, fascinado
por la sencillez de sus formas
y la facilidad innata
que poseían para alzar el vuelo
y desaparecer al otro lado
de la línea azul del horizonte.
Observaba los pardos movimientos
de sus alas, sensibles a la voracidad
de todas las tormentas,
su vibrante dinámica,
el coraje que daba cobijo a la estructura
de los adalides del aire.
Reconocía en ellos la gris naturaleza
de los hombres humildes.
Sus plumajes vestían la esperanza
igual que los tejidos de mi cuerpo.
En aquellos instantes
había una virtud que compartíamos:
la insólita bondad de lo que crece
amamantado por leche de almendra
y carne de membrillos curados bajo el sol.
La inocencia pintaba las luces repentinas
que irisaban los pechos de las aves

y las pupilas verdes de mis ojos.


(La intimidad del pardillo)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c)

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