EL
HORIZONTE
Cuando
era solo un niño
vestido
del color de la inocencia,
creía
que las lindes del entorno
de
aquellos tiernos años en el campo
del
valle del Guadalentín
poseían
las claves
de
un universo unido a mis pupilas
por
la magia remota de las nubes.
Ése
era todo el mundo
que
conocían mis sentidos,
todo
el mundo posible.
Tenía
su comienzo y también su final
en
el mismo horizonte:
una
línea que era distinta cada día.
Siempre
me estremecía su misterio:
el
abismo que daba sepultura
al
sol Mediterráneo y sus colores.
Aquella
hora lentísima de vencejos y grillos
delimitaba
el día de la noche
acercando
momentos de oscuridad y miedos
pues
tan solo la luz daba sentido
a
mi ubicación en el mundo.
(La intimidad del pardillo)
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Mariano Valverde Ruiz (c)
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