jueves, 6 de marzo de 2014

LAS RESERVAS DEL DESEO






Lo he intentado en varias ocasiones
y todavía no puedo decir
que el beso de tu piel haya dejado
todo mi cuerpo exhausto.
Mas sé que aún queda noche para amarte.
Tal vez sea mañana
cuando por las paredes de la alcoba
se precipite el nácar del cansancio
hasta teñir los pómulos del día,
o quizá cuando salga la luz de su cobijo
y se incorpore sobre los naranjos
para asomarse por el cristal del balcón.
Quizá suceda entonces, 
cuando, sin darnos tregua,
tú y yo abramos de nuevo la mesilla
donde guardamos las reservas del deseo.


(El fuego del instinto. Ed. Vitruvio)
Todos los derechos reservados
Mariano Valverde Ruiz (c) 

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